Flaco y alto, aquí jugó poco, pero dejó la impronta de su capacidad goleadora. Sin estridencias pasó al fútbol español y allí desarrolló todo su potencial. Intuitivo e implacable a la hora de definir. Triunfó en el Real Madrid donde fue campeón y goleador. Nacionalizado, integró la Selección Española.


Juan Roberto Martínez nació el 25 de septiembre de 1946, en Mendoza. Fue un jugador de enorme entrega, oportunista, rápido, buen rematador de caveza y de disparo potente con su pierna derecha. Muy bullidor y escurridizo, no tenía mucha técnica, pero eso no impedía que fuese un futbolista muy peligroso en las inmediaciones del área.
Se inició en Deportivo Español, tuvo un fugaz paso por la liga de Chivilcoy y luego vistió la camiseta de Nueva Chicago en Primera “B”, entre 1966 y 1967. Su nivel despertó el interés de Cerro de Montevideo. Chicago tasó su pase muy caro, por lo que la operación se cayó. Martínez se enojó, dejó de practicar y fue suspendido por dos años por el club, pero gracias a la intervención de Futbolistas Argentinos Agremiados pudo quedarse con el pase en su poder. Luego de ese conflicto recaló en Huracán Las Heras, que disputaba la Liga Mendocina. Ahí nació su apodo: alto y flaco, comenzaron a llamarlo Larguirucho, personaje del dibujo animado Hijitus. Jugó para esa institución hasta que en 1970 lo fue a buscar Unión.
Con la Rojiblanca no le fue nada bien: Unión terminó 18º entre 21 equipos y se vio obligado a jugar el Reclasificatorio, donde perdió la categoría. “La verdad es que fui un verdadero desastre. Si hubiera hecho la mitad de los goles que erré, seguramente nos salvábamos”, le admitió Martínez al Nuevo Diario. Emigró a Banfield, donde jugó poco, pero su efectividad aumentó: 7 goles en 9 partidos. Tuvo un fugaz paso por Millonarios de Colombia y de ahí se fue al Espanyol de Barcelona.
Sus buenos rendimientos hicieron que lo contratara el Real Madrid, donde vivió su etapa más gloriosa. Fue titular en el equipo que ganó la Liga en 1975 y 1976. Luego perdió su lugar en el once inicial, pero se mantuvo en el plantel que se consagró también en 1978, 1979 y 1980. Además, obtuvo dos Copas de España. En el Merengue disputó 141 partidos y marcó 62 goles (es el 12º jugador argentino en vestir la camiseta blanca, y además es el 29º jugador del club con más goles en la liga español). Fue compañero de ídolos de la Casa Blanca como José Camacho, Pirri, Gregorio Benito, Vicente del Bosque, Juanito, Amancio y Santillana. Se nacionalizó y defendió los colores de la Furia Roja cinco veces, en las que convirtió dos tantos.