Este muchacho que convivió con sus familiares en una chacra del partido de Chivilcoy, que practicó fútbol, destacándose por sus buenas condiciones en el difícil puesto de guardavallas y con el correr del tiempo honra a nuestra ciudad con sus dotes literarias y su calidad personal, fue jugador y dirigente de nuestro club.

Concurrente al colegio “Buen Consejo” de los padres Agustinos, comenzó a actuar de half derecho;  y también supo jugar en el terreno donde actualmente se halla instalado el Colegio Nacional, que fue comienzo de muchos cracks del fútbol chivilcoyano. Luego se decide a jugar en el puesto de arquero, actuando en la Cuarta División del Centro Juan Manuel Estrada, jugando allí muy pocos partidos debido a razones de salud. Una vez recuperado, debuta oficialmente en la División Intermedia del club La Pampa, donde ingresó merced a gestiones realizadas por Fidel Marrone, el que precisamente después de varios años lo convenció para que se incorporara a Villarino. En 1930, a razón de su buen desempeño, fue ascendido al primer equipo de La Pampa, y coincidiendo con esto, fue también elegido para defender la valla de la Selección local, en la cual participo durante varios años.

Una vez “curtido” como guardavallas, Menta pasa a Villarino a instancias nuevamente de Fidel Marrone, quién fue el primer cultivador de “semilleros” del fútbol chivilcoyano.

Francisco Menta juega en Villarino hasta el año 1947, en que se despidió definitivamente de las canchas, obteniendo el Campeonato de Ascenso de 1942 y defendiendo el arco del club en la primera participación de este en Primera División.

Al retirarse como jugador, pasó a colaborar en la dirección del Club, llegando a desempeñar el cargo de Presidente de dicha institución. Esta es la semblanza de uno de los más destacados jugadores que conformaron el pasado florido del fútbol chivilcoyano, y que más condiciones mostró en la doble cualidad de deportista y dirigente. Realmente ejemplar, digno espejo para mirarse la juventud deportiva de estos años.